En las últimas décadas el número de medicamentos disponibles se ha incrementado de forma exponencial, incorporando tanto innovaciones tecnológicas como sanitarias, lo que implica un verdadero desafío en el control de la calidad, efectividad, seguridad y uso de los mismos, por parte de los pacientes y los profesionales sanitarios.
El medicamento es la tecnología sanitaria más utilizada en la actualidad, lo que puede entenderse como un gran avance social. Los medicamentos disponibles son cada vez más numerosos, potentes y complejos. Este aumento de medicamentos disponibles conlleva una amplia utilización de los mismos por parte de los pacientes, ya que contribuyen a la mejora de su salud. En España, el gasto el consumo en medicamentos superó los 14.000 millones de euros, lo que supone el 18,8% del gasto sanitario.
Además la aparición de enfermedades a edades cada vez tempranas y el incremento del envejecimiento de la población mundial, aumentan la utilización de medicamentos nuevos y la polimedicación. Estas circunstancias, entre otras, favorecen la aparición de problemas asociados al uso de los medicamentos (interacciones, efectos adversos, dosis inadecuadas, etc.) y la aparición de resultados clínicos negativos, no adecuados al objetivo terapéutico, maximizando el riesgo de hospitalización, la asistencia a urgencias y la morbi‐mortalidad, generando un importante coste económico. Para el Sistema Sanitario y para la sociedad en general, el elevado consumo de medicamentos, la polimedicación y sus consecuencias, suponen un gasto importante en términos económicos directos, indirectos e intangibles.
Como parte del Sistema Nacional de Salud, los farmacéuticos comparten con los pacientes, los médicos, otros profesionales de la salud, y las Autoridades Sanitarias la misión de garantizar el uso responsable, seguro, efectivo y eficiente de los medicamentos. En este entorno multidisciplinar, el farmacéutico aporta conocimientos y habilidades específicas para mejorar el resultado, el beneficio terapéutico, de la farmacoterapia y la calidad de vida de los pacientes.
Los farmacéuticos son profesionales sanitarios específicamente capacitados e instruidos que disponen de la autorización correspondiente (por la autoridad estatal o provincial competente), para que gestionen la dispensación de medicamentos a los usuarios y realicen las tareas adecuadas para garantizar la seguridad y el uso eficaz de los medicamentos. Asimismo, cada vez se tiene más conciencia de que facilitar simplemente el medicamento a los usuarios no es suficiente para alcanzar los objetivos del tratamiento. Para abordar estas necesidades relacionadas con los medicamentos, los farmacéuticos están asumiendo cada vez mayor responsabilidad en los resultados derivados de su uso, y están mejorando su práctica profesional para ofrecer a los pacientes mejores servicios en lo que respecta al uso.
Los farmacéuticos han venido adecuándose a las diversas transformaciones del entorno sanitario; ejemplos de ello son el desarrollo de la farmacia clínica, la colaboración en la educación sanitaria y la promoción del uso racional con información personalizada de los medicamentos en el marco de los servicios de atención farmacéutica. Por su formación universitaria y experiencia cotidiana centrada en el paciente, los farmacéuticos participan en los procesos de cuidado de salud relacionados con los medicamentos, ya que la efectividad y seguridad de los mismos no dependen exclusivamente de su alta calidad de fabricación.